Se está discutiendo mucho si la reforma política en México debe contemplar la posible reelección de legisladores. Incluso se dan estadísticas de diputados y senadores, que una y otra vez “regresan” a las cámaras, después de los tres o seis años de asueto durante los cuales, imagino, se van a disfrutar de lo que lograron en su “año de Hidalgo”.
Pero creo que no está bien puesto el problema de decir sí o no a la reelección inmediata de diputados y senadores.
El fondo del problema de la reelección o no reelección de legisladores estriba en la falta de una efectiva separación de los poderes del Estado.
No cambiará nada mientras los diputados puedan utilizar su poder para torcerle la mano a los ejecutivos (municipales, locales o federales) y obligarlos a atender de manera PRIvilegiada (es decir de manera PRIvada y no según las normas de derecho público) las necesidades de sólo una parte de los ciudadanos (y no de todos).
Y da lo mismo si el diputado que sigue es otro o es el mismo de antes, pues en realidad el diputado de turno determinará el voto sucesivo de sus representados en favor del candidato de su partido o de su tribu o, PEOR, de sí mismo para continuar a lucrar con las necesidades de sus representados. Si no hay verdadera separación de poderes, NO cambiará nada.
¿O a poco de veras creen que los ciudadanos se van a estar preguntando si el legislador de su distrito hizo bien su chamba legislativa? No, mientras los legisladores tengan el poder de chantajear a los ejecutivos, mientras persista esta confusión de poderes, los ciudadanos seguirán sujetos a las seducciones de sus diputados quienes les prometen acceso a reivindicaciones y PRIvilegios. Y votarán por quien les garantice más PRIvilegios.
El tema actual de las "tarjetas de campaña" lo muestra de manera lampante: todas las tarjetas que se reparten en las campañas dicen algo así como "esta tarjeta es válida para ti, ciudadano, que me apoyaste en mi elección; con ella vas a tener PRIvilegios". Me gustaría, en cambio, ver una tarjeta en la cual el candidato prometa que lo que los ciudadanos van a obtener votando por él es: seguridad para TODOS, justicia social y equidad para TODOS, transparencia y sana gestión de la cosa pública para TODOS, Estado de derecho para TODOS, etc.
No quiero decir con esto que los diputados no hagan bien en hacerse portavoz de las reivindicaciones de sus representados, pero tendrían que volver siempre a su rol, que es el de legislar en favor de TODOS los ciudadanos y de hacer que esas leyes se respeten y valgan para TODOS. Y que se deje la gestión de reivindicaciones particulares a otras figuras como el Ombudsman o las Comisiones de Derechos Humanos. Cada quien su chamba, ¿no?
Ya de paso. Se dice que quienes gobiernan son los partidos: y efectivamente es así, quienes van a las cámaras no son los que el pueblo elige, sino quienes son elegidos por las cúpulas, tanto para las candidaturas a elección popular como para las diputaciones "plurinominales". Incluso en partidos en donde la elección de candidatos se hacía tradicionalmente por la base, ahora se están haciendo "por designación" desde las cúpulas; o, como en el caso de "Juanito", por el caudillo de turno.
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