martes, 17 de mayo de 2011

Moral sexual: dos pesos y dos medidas

Mientras la Iglesia Católica pone, finalmente, orden en los asuntos de moral sexual de sus funcionarios y se propone, tanto ejercer mayor severidad en los procedimientos de selección de sus sacerdotes, cuanto obtener mayor eficacia en el combate a los abusos por parte de su personal, el mundo de las finanzas parece ir en sentido contrario.
El “affaire” Strauss-Kahn no hubiera sido posible si los grandes electores financieros miraran un poco más de cerca a quienes escogen para dirigir sus instituciones y tener un rol, a menudo definitivo, en las decisiones sobre millones de personas.
No importa que ahora, por razones de lucha política, los norteamericanos o los conservadores franceses hayan orquestado la cacería a Dominique Strauss-Kahn. Ya que, independientemente de la plausibilidad de los hechos que se le atribuyen ahora, desde mucho antes se sabía, en los ambientes cercanos al mundo de las finanzas, que el personaje es fácilmente presa de sus instintos machistas.
Pero no bastaron entonces ni las diversas acusaciones de mujeres afectadas, ni las advertencias de periodistas de la fuente. Por ejemplo, en 2007, al momento del nombramineto de Strauss-Kahn a director del FMI, un periodista belga había ya escrito que el único problema de Strauss-Kahn era su relación con las mujeres: “Es demasiado insistente – escribía el periodista –, muy seguido Strauss-Kahn rebasa los límites del acoso sexual”.
¡Pero no! ¡Cómo es posible que se le pongan límites a un personaje tan importante en el mundo del dinero! Y vemos entonces nacer, entre los socialistas franceses, la teoría del compló (en francés no se pronuncia la ‘t’); por cierto tenían que ser socialistas ¡qué raro!
Y pensar que las críticas más fuertes en contra de la Iglesia Católica por los abusos de sacerdotes y obispos vinieron de los ambientes ligados al  mundo de las finanzas, y más de la Costa Este de los Estados Unidos, y no sólo en moral sexual, sino, por ejemplo, en moral financiera (recordemos la crítica de Wall Street a la Populorum Progressio de Papa Pablo VI tildándola de “marxismo recalentado” o a la carta de los Obispos Norteamericanos sobre la economía mundial, o más recientemente, a la Caritas in Veritate).
¿Dos pesos y dos medidas?
A fuerza de criticar a la Iglesia Católica, ya hasta parecía que los puritanos de las finanzas tenían la exclusiva de la predicación moral.

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