La reacción de un poeta, ante la muerte del hijo, proponiendo pactar con el Narco es comprensible y humana. Sin embargo ello significaría legitimar a las organizaciones de delincuentes y reconocerlas como dignas de hacer parte del Estado. Pero Javier Sicilia tiene perfectamente razón en decir que “hay que replantear totalmente la guerra contra el narcotráfico”. Esta aportación va en ese sentido:
No se negocia con el Narco ni con la delincuencia organizada;
... pero sí se acepte la eventual colaboración de delincuentes arrepentidos que quieran trabajar con las autoridades para combatir a la delincuencia organizada. Se les pueden otorgar condiciones de recuperación y seguridad en su defensa.
No se abandona la guerra, ni mucho menos se deja el territorio en manos de bárbaros y patanes;
... pero sí se actúen estrategias que diversifiquen las modalidades de enfrentamiento con ellos, algunas de la cuales podrían ser:
- primacía de atención a las víctimas de la violencia y de la delincuencia,
- seguridad para quienes osan denunciar y luchar,
- no penalización de los menores de edad,
- una sana política social, integral y no asistencialista,
- acogida a los arrepentidos con conmensuración de las penas, etc.
Last, but not least: no se delatan ni tanto menos se detallan las actividades de inteligencia (¿?) del gobierno;
... pero sí se informe constantemente a la opinión pública a través de los medios sobre las grandes líneas estratégicas (si es que ya existen), sobre las políticas sociales (¡pero primero habría que inventarlas!), sobre las políticas educativas (involucrando a todos, empezando por los padres); en fin, se informe sobre todas aquellas cosas que hagan que la guerra tome sentido y se sitúe en un horizonte comprensible a los simples ciudadanos.
Ah! Y no se nos olvide que la guerra es contra los traficantes de personas, de armas, de dinero, de drogas, de órganos, de influencias, etc. etc... ¡Trafican con todo esos d....!
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